domingo, 3 de marzo de 2013

a dos revoluciones

coincidimos años después en cualquier sitio, a una hora indecisa entre el anochecer de un día y el otro, con un vaso lleno estando el mío vacío. Qué bárbaro, ahora nos sacamos casi diez años, pensó. Se que lo pensó porque lo dijo, y lo dijo porque uno puede decir lo que se le antoje, dijimos, o puede que no. Empezamos a hacernos preguntas, pero en aquel nolugar, no llevaban sino a la infinita repetición de porqués de la infancia. Y allí fuimos por cierto, paseando por el pasado, que tenía forma de feria, llegamos a la noria. Le invité a su subir, no llevo dinero. No has cambiado, me insultó. Tú en cambio pareces tener cien años. Y giró la conversación, lentamente hasta pararse en lo más alto del vértigo. ¿Te acuerdas? Claro. Éramos tan idealistas. Y empezamos a bajar. Bien, ¿y qué más? No hay nada más, mi, la vida, mi vida, es sólo eso. Se paró la noria. Ahora pareces otro. Tú en cambio pareces más joven que entonces. Entonces, ¿nos vamos? Creo que me quedo a tomar otra. Y allí le dejé dándole vueltas.

(reeditado, noviembre de 2011)

domingo, 11 de diciembre de 2011

Cama

La ventana cara al mar, la propia arena resbala entre los dedos, contigo y con tus sueños, con tus lunares, que aunque pocos, forman mi laberinto. No te levantes de la cama, no me vaya a perder sin ti, no te quedes dormida, que me roban la luz, ven conmigo al agua salada y nos liamos a besos. Rompe el calendario y haz los días eternos, quédate en el colchón y que nos quemen las sábanas. Desnuda y libre, con los ojos brillantes, con la boca traviesa y los besos volando, me bailan las pupilas de verte mover, ojala nunca encuentres el camino de salida, que ésto no es cárcel sino libertad.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Cuerda a cuerda

Atrapado entre cuerdas de su garganta y de la guitarra que la acompaña, las caderas que lanzan la cama y la vida a la eternidad, que se mueven, a ratos divertidas, a ratos desatadas, para hacerme perder el norte. De mañanas que parecen noches llena los días, te despierta de bruces contra la fantasía cuando tú andas a vueltas con la realidad, no entiende de puntos muertos, ni de cederle un minuto al tiempo, mientras te lleva, en un baile frenético, de horizonte en horizonte.

De palabras y letras.

A mi no me dejas sin palabras, me dejas sin letras, que se asustan y se dedican a revolotear por todos los rincones que encuentran, y no solo en mi cabeza, bajan y me cosquillean los pies, y me revuelven las tripas, revoltosas, inquietas, formando una y otra vez entre esas cuatro letras ese nombre que se acomoda en mis sienes para que lo piense, en mis oídos para susurrar y en las retinas, quedándose allí para que lo mire, y cuando aterrizan en las papilas eres eternamente dulce, y entre todos me obligan a tocarte, porque sentirte es inevitable, por más entretenimientos que tenga en el coco, por más que me guste mi tranquila soledad, acabo arrastrado hasta ti, casi a gatas aunque se vean fuertes mis piernas, y disfruto de la realidad, de todas las realidades que ofreces, y al menos entonces, en forma de risa al menos, las letras se ordenan y cobran sentido ahí fuera, dentro siempre lo tuvieron.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Días de Abril

Con esa lividez de los que se marcharon sin saber volver, ojos cerrados y escondidos dentro, alguien agarrado a sus entrañas como si anclara al suelo al viajero, la cama de siempre con ruinas de metal en los bordes, la habitación húmeda de despedidas y los pasos que pesan al llegar. Ruido de murmullos y sin inmutarse, la vida en recuerdos y la otra de nuevo aquí, las manos frías y pronto lo demás, ruido también de puertas y de prisas, los susurros al oído y no hay quien los escuche, no vayan a engañarnos. Fin a varios meses, que siguieron a unos años, que contaron otra historia. La pequeña, encogida, de nuevo en infancia, y en la habitación contigua el futuro en silencio, ajenos, ausentes y lejanos. Mañana de nubes y el cuarto en penumbra, no es pronto para casi nada, y los papeles te roban los segundos, destino de barro, de piedra y madera. No abre los ojos, y es hora de marchar, que el frío no nos acobarde, que recordemos el calor, que los labios tan grises no nos roben el sueño, que le dejen descansar, que nos sostengan las piernas, y la cabeza, y que no se nos olvide nunca esa habitación con luces, con mañanas de soles, y las promesas, que no se pierdan las promesas.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Las mentiras y el final de todo


El final de todo lo anuncian los periódicos y las televisiones. Nos cuentan que estamos presenciando el fin de la historia, que ya basta de luchas absurdas y sueños por cumplir, que esta es la mejor realidad que podremos conseguir, pero es mentira. Nos duermen, nos anestesian con necesidades que en realidad no existen, crean vicios absurdos para luego vendernos el remedio a un precio abusivo, nos mantienen entretenidos con elecciones para hacernos creer que nosotros también participamos en todo, incluso permiten una sana presencia de disidencia que no hace sino darle una falsa legitimidad al sistema y que nos mantiene en nuestros asientos. Han creado unas masas tan sordas que hasta las explosiones más ruidosas, y los abusos más miserables les parecen un ejercicio de cotidianidad.
No podemos seguir creyendo en este sistema silenciosamente totalitario, que nos regala unas libertadas bien controladas y que nos recuerda en mensajes encriptados lo felices que somos, para que no se nos ocurra borrar la sonrisa. Parece como si nos hubieran arrebatado el derecho al pataleo, tan repetido en tiempos no tan lejanos, convirtiendo en problema la actitud antisistema, cuando es la verdadera solución, poniendo todo su poder mediático y panfletario al servicio del desprestigio de los pocos que aún saben caminar a paso cambiado, retroalimentando su ego y sus mentiras para intentar hacernos partícipes a todos de su gran estafa. Lo peor de todo esto es el éxito de su misión; ya llevemos una camiseta verde o una amarilla, ya nos indignemos en calles y plazas o nos neguemos a tragarnos su engaño, al final del día, o del año, o de nuestras fuerzas volvemos a nuestras falsas necesidades, a nuestros absurdos problemas irreales, a nuestra comodidad, nuestros aparatos, renovados constantemente en pos de una modernidad que en realidad no existe, y que no deja de ser una rama más de esta enredadera que nos mantiene la boca callada, aunque gritemos.
Que sigan contando lo que quieran, que aún nos quedan muchos derechos que conquistar y muchos objetivos que alcanzar, y que por más mentiras que nos quieran hacer creer, y por más solos que nos sintamos, y a pesar de la desesperanza que a veces nos puede, no dejaremos de poner la siguiente piedra del verdadero proyecto humano, y tarde o temprano despertaremos todos, y vamos a poner el sistema, y el mundo, patas arriba.

jueves, 30 de junio de 2011

No es volver

Se marchaba de casa, de los barrios y de sus recuerdos con piedras en los zapatos y ganas de volver. Se definía casi como apátrida en textos, charlas y contubernios, pero llevaba sus calles de infancia y adolescencia más clavadas que un jodido deseo carnal. Mas miedoso de lo que sus palabras enseñan, más casero, más de por aquí, más castellano. Decía sentirse extraño hasta en su cama, en las maderas de su cuarto, en sus paredes. Mentía, era extraño por genes o costumbre, pero la comodidad de las 4 paredes y las 8 esquinas le mantenía cuerdo. De compañías eternas, en la tierra y en los secretos, se las llevaba todas. Intentaba llevarse, no sabe si en un bolsillo amarrado a la entrepierna, o en el velcro del pantalón, los utensilios de supervivencia en tierra ajena. No haría de la aventura una tragedia, no lo era, ni haría grandes celebraciones de duelo. De acuerdo con las reglas de comportamiento y decoro, se despediría de todos hasta una próxima vez que, tan indeterminado como ha venido siendo siempre, volvería a casa, a los barrios, o a aquello que todos buscamos, aunque le demos vueltas a las cosas, o le pongamos adjetivos, o discutamos sobre su nombre y sus competencias. Y todo para seguir viviendo esa extraña comodidad que tanto extrañaba fuera.

martes, 24 de mayo de 2011

# cerrado por reformas en el Sistema #

Nos llaman violentos si nos levantamos, entonces por sentarnos, nos dicen vagos.
Desacreditan nuestra opinión por nuestra juventud, a la vez que nos niegan el envejecer.
Nos encasillan por concretar, mientras, por ambicionar, nos dicen faltos de objetivos.
Nos llaman desorganizados por asumir la diversidad y al tiempo, terroristas por organizarnos.
Se adueñan de la democracia y nos dicen enemigos de ésta por ser críticos y devolverle su significado.

martes, 5 de abril de 2011

he levantado esta casa

entre cuatro paredes ciegas: mía, infranqueable. Todo está en su sitio. Afuera escucho dar patadas y voces, y se que tapan el sonido de la lluvia amorosa que lame los muros, que viene en mi busca. Otros días la encuentro más oscura y silenciosa, y entonces tengo la certeza de que fuera el sol brilla más rabiosamente sobre los injustos. En mi refugio sólo entra quien yo quiero, nadie de carne, nadie de uniforme. A veces salgo a dar un paseo, vestido ligero con mi dignidad intacta, me sumerjo desnudo en el lago helado, escucho en el fondo las risas, las palabras cariñosas de mis seres queridos. Pero nunca canto, nunca se me ha dado bien. A diario rezo por mis vecinos, que se mudaron a una casa más amplia y soleada. "Le soltamos porque delató", me dan la lata.

lunes, 4 de abril de 2011

llovía sobre mojado

y dentro, en el silencio de los plomos bajados y las tristes alcayatas sujetando marcos de polvo, mirábamos por la ventana. Extendí la mano para quitar una pelusa del sofá, pero Eva lo malinterpretó interceptando mi mano, me acarició y me perdonó. Ella traía escrita una lista de dios sabe qué pecados, pero al rato acabaron esparcidos en pedazos por el suelo sirviéndonos de lecho. Hasta la próxima Adán, y andando me alejé del paraíso, maldiciendo a los aleros que me ponían a salvo del merecido castigo del cielo.

viernes, 11 de marzo de 2011

bajo el gran árbol

a la sombra de su copa aplastada, hay tres niños cocinando. Llamo a la puerta, golpeando los nudillos contra el tronco adornado de osamentas animales. Con expresión grave, pero al borde de la carcajada, uno de ellos me da la bienvenida al amplio restaurante. Otro me conduce hasta la mesa más especial del local, y se asegura de que esté cómodo en el mullido asiento de tierra roja. Por último, a punto de desbaratar la escena con una risa que ya nos es incontrolable, el tercero me pregunta que deseo tomar, se contesta, se ordena a sí mismo la comida y sale corriendo a traerla. Al instante aparece la mesa cubierta de tantos colores y olores deliciosos que no se por donde empezar. Bajo la mirada espectante de los pequeños anfitriones, saboreo las tortas de barro recién horneadas, la amarga injera de hojas con encendidas flores picantes y varios guisos de tierra con finísimas especias minerales. Cuando termino, me toco la barriga complacido y les felicito, haciéndoles estallar en un estruendo de gritos de triunfo. Perdida ya la teatralidad, nos sentamos juntos a tomar una taza de negro café que uno de ellos sirve sujetando la cafetera por su pequeña asa de barro cuidando de no quemarse. Nos despedimos en el quicio de la puerta. Me tienden un paraguas invisible para la tarde lluviosa de agosto, y la repetida invitación de volver pronto.

Ójala ahora pudiésemos nosotros preparar para todos ellos un milagroso banquete de multiplicación de la comida, el cariño y los sueños como el de aquella tarde.

jueves, 10 de marzo de 2011

decisiones

uno nunca imaginaría que un golpe tan doloroso podía ser dado tan lejos del propio cuerpo

lunes, 14 de febrero de 2011

dos

y sin mediar palabra, saltó enfurruñada del sofá, rebuscó en la caja bajo el fregadero, y volvió blandiendo un flácido serrucho. "Va a hacerlo", me dije, y resignado desde siempre a morir en el amor, cerré los ojos solemnemente. La oí serrarme por la mitad, y pensé sorprendido: "así que no es dolor lo que uno siente, sino cierto desequilibrio hacia un lado". Abrí los ojos, y no hallé mi cuerpo demediado, sino el sofá abierto en dos sangrando espuma. Continuó cortando en mitades todo cuanto había alrededor, y cuando ya no quedaba entero nada más que el propio serrucho, se sentó agotada en su medio sofá, y cruzamos nuestros respectivos brazos. En silencio se hizo de noche y no funcionaban las medias bombillas. Desde algún lugar de la oscuridad dijo: "oye.. ¿buscamos el pegamento?"

miércoles, 26 de enero de 2011

enero

dejo las cosas, y empiezo la trepada de los días, diminuto remontando sobre las rocas y los cardos, para coger aliento antes de asomarme a la línea horizontal, diluida, que separa el consumo de tiempo, de la eternidad. Si no es mucho pedir, dios mineral, que me enguya una ola de espuma silenciosa, que me lleve un trueno de viento, que me asalte una roca agazapada. Gritaban las gaviotas en el cielo despejado de ruidos, nos envidiaban por ser hombres, y no tuve manera de hacerlas salir de su error.

lunes, 24 de enero de 2011

mi reino por un hombre

"¡me cago en la hostia!", repitió hasta tres veces en voz alta, pero nadie allí le entendió. Se plantó de cuatro zancadas en la calle, se arrancó los zapatos y el reloj, y deambuló por el polvo, como tantos otros, buscando un comprador. Despojarse de aquellos objetos que le eran valiosos fue más fácil de lo que hubiese pensado. Estiró y ordenó varios billetes según su valor, entró en el hospital, y acercándose de nuevo al mostrador, arrojó el dinero. Salió lanzando insultos en su idioma de marciano a todo el que se le cruzó. Se sentó descalzo en los escalones de la entrada, agarrando en el puño la pequeña cruz del cuello. "Espero que no haya nada después de esta puta vida, o tendré que penar por todas estas blasfemias".