El final de todo lo anuncian los periódicos y las
televisiones. Nos cuentan que estamos presenciando el fin de la historia, que
ya basta de luchas absurdas y sueños por cumplir, que esta es la mejor realidad
que podremos conseguir, pero es mentira. Nos duermen, nos anestesian con
necesidades que en realidad no existen, crean vicios absurdos para luego
vendernos el remedio a un precio abusivo, nos mantienen entretenidos con
elecciones para hacernos creer que nosotros también participamos en todo,
incluso permiten una sana presencia de disidencia que no hace sino darle una
falsa legitimidad al sistema y que nos mantiene en nuestros asientos. Han
creado unas masas tan sordas que hasta las explosiones más ruidosas, y los
abusos más miserables les parecen un ejercicio de cotidianidad.
No podemos seguir creyendo en este sistema silenciosamente
totalitario, que nos regala unas libertadas bien controladas y que nos recuerda
en mensajes encriptados lo felices que somos, para que no se nos ocurra borrar
la sonrisa. Parece como si nos hubieran arrebatado el derecho al pataleo, tan
repetido en tiempos no tan lejanos, convirtiendo en problema la actitud
antisistema, cuando es la verdadera solución, poniendo todo su poder mediático
y panfletario al servicio del desprestigio de los pocos que aún saben caminar a
paso cambiado, retroalimentando su ego y sus mentiras para intentar hacernos
partícipes a todos de su gran estafa. Lo peor de todo esto es el éxito de su
misión; ya llevemos una camiseta verde o una amarilla, ya nos indignemos en
calles y plazas o nos neguemos a tragarnos su engaño, al final del día, o del
año, o de nuestras fuerzas volvemos a nuestras falsas necesidades, a nuestros
absurdos problemas irreales, a nuestra comodidad, nuestros aparatos, renovados
constantemente en pos de una modernidad que en realidad no existe, y que no
deja de ser una rama más de esta enredadera que nos mantiene la boca callada,
aunque gritemos.
Que sigan contando lo que quieran, que aún nos quedan muchos
derechos que conquistar y muchos objetivos que alcanzar, y que por más mentiras
que nos quieran hacer creer, y por más solos que nos sintamos, y a pesar de la
desesperanza que a veces nos puede, no dejaremos de poner la siguiente piedra
del verdadero proyecto humano, y tarde o temprano despertaremos todos, y vamos
a poner el sistema, y el mundo, patas arriba.