miércoles, 26 de enero de 2011

enero

dejo las cosas, y empiezo la trepada de los días, diminuto remontando sobre las rocas y los cardos, para coger aliento antes de asomarme a la línea horizontal, diluida, que separa el consumo de tiempo, de la eternidad. Si no es mucho pedir, dios mineral, que me enguya una ola de espuma silenciosa, que me lleve un trueno de viento, que me asalte una roca agazapada. Gritaban las gaviotas en el cielo despejado de ruidos, nos envidiaban por ser hombres, y no tuve manera de hacerlas salir de su error.

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