jueves, 24 de noviembre de 2011

Las mentiras y el final de todo


El final de todo lo anuncian los periódicos y las televisiones. Nos cuentan que estamos presenciando el fin de la historia, que ya basta de luchas absurdas y sueños por cumplir, que esta es la mejor realidad que podremos conseguir, pero es mentira. Nos duermen, nos anestesian con necesidades que en realidad no existen, crean vicios absurdos para luego vendernos el remedio a un precio abusivo, nos mantienen entretenidos con elecciones para hacernos creer que nosotros también participamos en todo, incluso permiten una sana presencia de disidencia que no hace sino darle una falsa legitimidad al sistema y que nos mantiene en nuestros asientos. Han creado unas masas tan sordas que hasta las explosiones más ruidosas, y los abusos más miserables les parecen un ejercicio de cotidianidad.
No podemos seguir creyendo en este sistema silenciosamente totalitario, que nos regala unas libertadas bien controladas y que nos recuerda en mensajes encriptados lo felices que somos, para que no se nos ocurra borrar la sonrisa. Parece como si nos hubieran arrebatado el derecho al pataleo, tan repetido en tiempos no tan lejanos, convirtiendo en problema la actitud antisistema, cuando es la verdadera solución, poniendo todo su poder mediático y panfletario al servicio del desprestigio de los pocos que aún saben caminar a paso cambiado, retroalimentando su ego y sus mentiras para intentar hacernos partícipes a todos de su gran estafa. Lo peor de todo esto es el éxito de su misión; ya llevemos una camiseta verde o una amarilla, ya nos indignemos en calles y plazas o nos neguemos a tragarnos su engaño, al final del día, o del año, o de nuestras fuerzas volvemos a nuestras falsas necesidades, a nuestros absurdos problemas irreales, a nuestra comodidad, nuestros aparatos, renovados constantemente en pos de una modernidad que en realidad no existe, y que no deja de ser una rama más de esta enredadera que nos mantiene la boca callada, aunque gritemos.
Que sigan contando lo que quieran, que aún nos quedan muchos derechos que conquistar y muchos objetivos que alcanzar, y que por más mentiras que nos quieran hacer creer, y por más solos que nos sintamos, y a pesar de la desesperanza que a veces nos puede, no dejaremos de poner la siguiente piedra del verdadero proyecto humano, y tarde o temprano despertaremos todos, y vamos a poner el sistema, y el mundo, patas arriba.

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