domingo, 27 de junio de 2010

prisioncitas, presidios, prisiones...

La prisión estándar tiene cuatro paredes arañadas; mugrienta y decadente, la prisión básica, cuenta con urinario sin tapa, y litera a compartir con un enorme tipo tatuado.

Disponemos de otras muchas prisiones, no se piense que toda cárcel es lúgubre. Esta gama de cárcel luminosa, catedralicia, oferece garantía de perdón y salvación.

Tenemos prisiones tamaño apartamento. No faltan, por supuesto, problemas de incomunicación, maridos agresivos, o sueldos de explotación e hipotecas que los custodien, entre otros muchos.

Entre las prisiones de dimensiones grandes, la mansión de un conocidísimo magnate, acaparador de poder y estatuas antiguas, inventor de guerras. Tiene a su disposición infinitos puzzles para sobrellevar el cruel aislamiento de la ambición.

Disponemos de prisiones extragrandes. Puede elegir entre el desecado desierto, la ciudad superpoblada, la explotada llanura, la gran metropoli de infinitos ascensores, el país ocupado, el amurallado, muy demandado; el país gobernado por un tirano, o aquél que es preso de la libertad de comercio.

Entre las prisiones más asequibles tenemos una amplia gama de pañuelos negros completos para señora; o nuestra completísima sección de coméstica, pensada especialmente para la moderna mujer occidental. Tenemos fanatismo, también racismo, y por supuesto la extendidísima incultura. Tenemos además como puede ver, un extenso catálogo de necesidades innecesarias.

La última adquisición, mágnifico diseño, es esta pequeña prisión de piel.

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