miércoles, 2 de diciembre de 2009
Recidiva
A pequeños mordiscos. Así es como se los lleva. Viene sin hacer ruido y convierte todo en una larga despedida. En su tarjeta de presentación lees que no se marchará, no al menos hasta que haya terminado. Elige siempre con lo que quedarse pero al final se lo lleva todo. Se lleva tu sonrisa cosida al bolsillo donde esconde sus debilidades. Te quita tus mejores recuerdos y tus horas de sueño. Se lleva tu energía. Se ríe porque, otra vez más, has vuelto a perder. Te maneja a su antojo, tienes tu destino en sus manos y se encarga de recordártelo. Pataleas de rabia. Tiemblas, pero sólo puedes mirar como se sale con la suya. Los puños cerrados aquí solo sirven para hacerse sangre en las manos. No se merece ni un segundo de tu tiempo pero le dedicas todos. Entonces solo pides que te deje en paz. Que pare. Que ya has tenido bastante. Ahora solo te queda esperar que esta vez, cuando se marche, olvide el camino de vuelta.
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