miércoles, 12 de enero de 2011

Pies inquietos

Es una despedida. Con los pies quietos te caes de vértigo. Años e historias a trompicones en la memoria que te dejan las neuronas. Gritos de protesta salen de los ojos que no quieren dejar de verla. Ellos eligen quedarse a mirarla. El pecho retumba, pero es puro nerviosismo. No sabes si contar para atrás o hacia delante. Respira un poco más fuerte para que ella al menos mire. Prometiste silencio y la boca con candado así que cumples, pero las gotas se escapan serpenteando entre poros y arrugas, esas no mienten. No son las arrugas de ahora, son las que vendrán. Son de recuerdos que se hacen años al final de todo. Piensas ahora que siempre estuviste recortando tiempo, que aún al empezar estabas de paso. Que la despedida se te echa encima pero llevabas detrás algún tiempo. No le des más vueltas, quédate con el cambio y el secreto. Carga en la espalda el mundo que creaste y llévalo a cualquier parte en la que tengas contentos los pies, los ojos y el pecho. Hazlo girar al revés y puede que te cueste menos respirar. Cierra los ojos, evita que la miren por última vez o se quedarán con ella. Ahora los pies por fin se mueven, y los ojos enseñan lágrimas blancas como bandera. Vete ya o será la historia de cada primavera.

1 comentario:

  1. Le dí al F5 y, tachán, ¡apareció!
    Ale, a seguir escribiendo con motivaciones diferentes a las de Cela :)

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